martes, 20 de enero de 2009

COPLA GRÁFICA



Siguiendo la recomendación de una de mis webs de cabecera, http://florayfauna.blogspot.com/, me acerqué a la que es más reciente obra publicada de Hernán Migoya y primera en bastante tiempo de Joan Marín: Olimpita.


Teniendo en cuenta que lo último que leí salido de la pluma de Migoya fue su Kung Fu Kiyo o su Arsesino, este nuevo trabajo me ha sorprendido gratamente. Se vislumbra en la trayectoria de Migoya un viraje hacia una narración más clásica. Tanto, que he tenido la impresión al leer el álbum de que la historia se adaptaría perfectamente a la letra de una copla de esas que mi padre escuchaba, y nos hacia escuchar, durante los viajes en coche. Aparecen aquí todos los componentes necesarios: el mal esposo, el despecho, el desconocido misterioso, el drama final… Todo aderezado con una patina de actualidad y circunstancias del siglo XXI. En la copla clásica el maltratador no existía, sino la figura del bruto borracho, alcoholizado, que acababa pegando a su mujer. Hoy día el alcohólico es un enfermo al que hay que tratar y que se puede curar y el desconocido exótico es un pobre inmigrante. Antes eran los españoles los que emigraban y los extranjeros de color eran figuras misteriosas y excitaban nuestra curiosidad, como le ocurre a la protagonista de la obra. Sí, creo que todo se podría trasladar a una copla de trágico final actualizada a nuestros tiempos; casi podría ser una letra de Kiko Veneno o de La Cabra Mecánica. Para mí, aclaro, ese ángulo es positivo.


Además, la exposición lineal de la historia, sin circunloquios y ateniéndose a la narración de los hechos, le otorga un valor singular dentro de la ultima hornada historietística española. Creo que hay poca gente que cuente historias, y sí demasiados autores que nos cuentan su vida (interesante o no según los casos). Entre los primeros, me viene a la mente el caso de Javier de Isusi, el autor de La pipa de marcos (Astiberri, 2004), y su afán por la fabulación pura.

El giro final de los acontecimientos confiere a la obra también de un cierre de tintes muy clásicos y con un punto de negritud que no reconozco de la obra anterior de Migoya, aunque hay parte de ella que no conozco, pero que sí se podía vislumbrar en la admiración hacia el genero negro que Migoya dejó plasmada por escrito en fanzines e incluso libros (véase su extenso ensayo sobre la película El guardaespaldas (Mick Jackson, 1992) titulado El hombre que tenía miedo al miedo (Ojalatemueras nº 1, 1999), o el libro Charles Williams: La tormenta y la calma (Glenat, 2001).


Por la parte gráfica, Joan Marín utiliza un estilo aparentemente fácil y fluido, apropiado para la cantidad de paginas de la obra. La ausencia de detalles en los rasgos de los personajes, lejos de alejarnos de los mismos, facilita la identificación con ellos. En esas caras genéricas de rasgos poco marcados, se puede sustituir la cara de los protagonistas por las facciones de rostros más cercanos a nuestra experiencia personal, en la forma de una tendera de nuestro mercado o de aquel chico negro que trabaja cerca de casa.


Ficha de la publicación
Título: Olimpita
Autores: Hernán Migoya y Joan Marín
Edita: Norma Editorial
Colección: Nómadas n°12
Volumen único
Fecha de venta: 12 de diciembre de 2008
Encuadernación: Cartoné
Formato: 17 x 24 cm.
Páginas: 152 a 1 tinta sobre papel salmón
PVP: 18 euros
ISBN: 978-84-9847-858-7

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